lunes, agosto 26, 2013

DÉJA VU HISTÓRICO: DE SAN MARTÍN Y MONTEMIRA A PIÉROLA Y TORRICO

Primeros días de julio de 1821, ante su inminente retiro de la capital, el virrey La Serna recomendaba a Don José de San Martín el ingreso inmediato a Lima para evitar el caos, la anarquía, y los excesos de las clases populares.

Además, llegaban noticias a la capital de montoneras que bajaban de la sierra, e inclusive que habían enfrentado con éxito al ejército español en Cerro de Pasco. Por otro lado, las clases populares en Lima mostraban una algarabía poco común, los negros e indios evidenciaban actitudes en favor de la independencia, mientras aumentaba la preocupación entre comerciantes y nobles criollos. Entonces, la aristocracia limeña mostraba su preocupación insistiendo con la premura del ingreso del libertador argentino e inclusive un grupo de limeños optó por refugiarse en el Real Felipe siendo dirigidos por José de la Mar.

El marqués de Montemira quedó a cargo de la ciudad capital ante el retiro del virrey y fue él quien apresuró, a través de cartas, el ingreso de San Martín «lo que más interesa en la actualidad, es que V. E. expida las instantáneas providencias que exije [sic] la vecindad de los indios y partidas de tropas que circundan la ciudad, y que en estos momentos de sorpresa podrían causar muchos desórdenes».

Y sesenta años después…

En la tarde del 16 de enero de 1881 el alcalde de Lima Rufino Torrico -quien quedó a cargo de la capital ante el retiro a la sierra del presidente Nicolás de Piérola-  acompañado de los jefes de las naves de guerra de Francia, Inglaterra e Italia ancladas en el Callao, se trasladó al Cuartel General chileno y rindió a Lima incondicionalmente, además solicitó al general Baquedano que la ciudad fuera ocupada lo más rápido posible para terminar con el caos y con las bandas armadas que andaban sueltas por la ciudad.

Texto especializado en PDF



   

LOS PRIMEROS OCUPANTES DE LA CORDILLERA ANTERIORES AL 8000 A.C.

Por Danièle Lavallée*

En el valle de Ayacucho, un amplio programa de excavaciones dirigido por Richard S. Mac Neish condujo, en los años 1969-74, al descubrimiento de más de 500 yacimientos de todas la épocas, 20 de los cuales pertenecen al Pre cerámico. Uno de ellos, la cueva de Pikimachay, a 2.850 m, reveló una secuencia de ocupación que comienza hacia el 13000 a.C., en una fase Ayacucho (13000-11000 a.C.).

Para hacer honor a la verdad, queremos precisar que su inventor quiere hacer remontar el inicio de la ocupación humana de la cueva a más de 20.000 años: según él, durante una primera fase Paccaicasa (23000-13000 a.C.), algunas herramientas de piedra tosca (choppers- piedras con un filo someramente trabajado- y lascas de piedra) asociadas a restos de fauna fósil (desdentados y caballos), comprobarían el paso por la cueva de pequeños grupos de cazadores que habrían acosado en su guarida la caza mayor del Pleistoceno antes de despedazarla y consumirla. No obstante, esta fase es hipotética en muchos aspectos: por una parte, el fechado con C14 no se obtuvo a partir de carbones procedentes de una hoguera (el nivel “Paccaicasa” no contenía resto alguno de uso de fuego), sino de huesos de Scelidotherium, un gran desdentado que habitaba entonces la gruta (la presencia de excrementos lo prueba), de modo que sus esqueletos podrían encontrase allí sin que necesariamente los llevara el hombre, e incluso desde mucho antes de la llegada de éste.

Por otra parte, las “herramientas” que se le atribuyen consisten (a excepción de cuatro objetos que sin duda se han deslizado desde capas superiores) en fragmentos mellados y más o menos informes de toba volcánica, material del que está hecha la propia gruta, de modo que podría tratarse, como piensan además numerosos especialistas, de simples pedazos desprendidos de la pared.

Por todo ello, la prudencia y el rigor obligan a situar el inicio de la ocupación de Pikimachay hacia el 13000 a.C., lo que la convierte, a pesar de estas restricciones, en la más antigua encontrada en Perú. De esta época (fase Ayacucho) unas herramientas líticas más abundantes, más diversificadas-choppers, bifaces burdos y lascas retocadas- y talladas esta vez en rocas generalmente traídas de otros lugares, dan fe de la utilización de la cueva por cazadores, cuyas presas siguen siendo algunos ejemplares de la megafauna pleistocénica ( perezoso gigante, caballo) y también de especies actuales (camélidos y diversos roedores).


* LAVALLÉE, Danièle, La ocupación precerámica de la sierra peruana, IFEA y Lluvia Editores, Lima, 2002.

Textos especializados en PDF